El día 31 de marzo acabó el plazo para la incorporación de países a una iniciativa de China, la fundación del Banco Asiático de Inversión e Infraestructuras, AIIB.
Hasta el momento se han incorporado 45 países, entre los que se encuentran un buen número de europeos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia…, además de España. Puede decirse que todos los países importantes del mundo se han apresurado a formar parte del núcleo fundador del nuevo banco, salvo Estados Unidos y Japón.
El AIIB contará con un capital autorizado de 100.000 millones de dólares y de 50.000 millones suscrito. La principal función de la entidad será la financiación de proyectos de infraestructura en los países asiáticos.
El hecho tiene una gran importancia fundamentalmente por los siguientes motivos
- Es la primera institución financiera multilateral que se crea después de la Segunda Guerra Mundial en la que EE.UU no tiene hegemonía y ni siquiera presencia
- Significa que China, que ya ocupa el primer puesto mundial en la producción de bienes, busca ahora la preponderancia en el mundo financiero, al menos en Asia. Una muestra más de los planes expansionistas internacionales del gigante asiático.
- El AIIB se configura como una institución alternativa al FMI y al Banco Mundial
- Las inversiones necesarias en la próxima década en Asia rondarán los ocho billones de dólares y el AIIB pretende ser el instrumento para su financiación
EE.UU se ha mostrado muy crítico con la iniciativa porque el nuevo banco "podría reducir los estándares internacionales del crédito" concediendo préstamos a proyectos menos exigentes en cuanto a la protección del medio ambiente o las condiciones de trabajo.
También EE.UU se ha sentido molesto con el Reino Unido, su aliado más firme, porque se ha precipitado a adherirse a la iniciativa china.
Londres mantiene una relación financiera privilegiada con China que ha invertido grandes sumas de dinero para financiar proyectos en el Reino Unido como, por ejemplo, centrales nucleares. A su vez la 'city' acogerá la primera cámara de compensación para el yuan fuera de Asia.
La mayor parte de los analistas consideran que EE.UU no captó a tiempo la importancia del proyecto y minusvaloró la capacidad de atracción financiara de China. Ahora Estados Unidos tiene difícil dar marcha atrás porque una adhesión al BAII sería mal vista por el Congreso y valorada como una debilidad.
Por su parte Japón sigue dudando y no descarta que en un futuro se adhiera al nuevo banco o que busque la colaboración con él a través del Banco Asiático de Desarrollo, donde ostenta la mayoría junto con EE.UU. Esta posibilidad sería la forma de que EE. UU y Japón entren, por la puerta lateral, en la nueva institución.
Está por ver cuál será el futuro de la institución, pero desde Oriente algo se ha movido en el panorama financiero mundial.
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