Las ciudades inteligentes del siglo XXI


05.08.2015

Escrito por: Redacción


Aglomeración, contaminación y elevado coste de vida constituyen algunos de los problemas de las ciudades. Sin embargo existen factores que compensan los inconvenientes de la vida urbana, sobre todo las oportunidades económicas y el impulso a la creatividad que nace del contacto humano y que ha dado lugar a los mejores frutos de la humanidad como el Renacimiento, la revolución industrial o la de la información.

El proceso de urbanización es algo imparable desde el siglo XX y actualmente estamos viviendo una agudización de este proceso en algunos países, especialmente en China, de tal manera que se espera que en 2050 el 75% de la población viva en centros urbanos. Esto nos da idea de la importancia que tienen y tendrán las ciudades para nuestro modo de vida y de los problemas a los que habrá que hacer frente como la escasez energética, la pobreza o el cambio climático.

Consciente de ello el Ministerio de Industria ha puesto en marcha el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes dotado de 152,9 millones de euros y cofinanciado por las Administraciones y el sector privado.

 

¿En qué consiste este plan?

Su objetivo es “maximizar el impacto de las políticas públicas en TIC para mejorar la productividad y la competitividad; y transformar y modernizar la economía y sociedad española mediante un uso eficaz e intensivo de las TIC por la ciudadanía, empresas y Administraciones”.

Las técnicas digitales han empezado a vertebrar una infraestructura inteligente en nuestras ciudades.

Las redes de fibra óptica y las telecomunicaciones inalámbricas dan soporte a teléfonos móviles, teléfonos inteligentes, tabletas, etc., cada vez más sensibles. Las bases de datos abiertas, que la población puede tanto consultar como poner al día, no dejan de crecer.

El enorme volumen de datos hoy reunidos es el punto de partida para construir una programación eficiente en una ciudad.

Planes como el del Ministerio de Industria potencian que los agentes del cambio hacia ciudades inteligentes sean sobre todo sus propios habitantes.

 

Dos ejemplos concebidos por el laboratorio Senseable city del MIT.

1) Uno es el Trash Track  que sigue la cadena de gestión de residuos para crear un “canal de evacuación” rastreando material reciclable, desechos peligrosos y restos de aparatos electrónicos, y para dar alternativas más eficientes al transporte de residuos.

2) Y otro es el proyecto LIVE Singapore! que proporciona todo tipo información sobre la ciudad de Singapur a partir de datos registrados en tiempo real por infinidad de dispositivos de comunicación, sensores y microcontroladores. La plataforma permite aplicaciones tan distintas como mostrar el camino más rápido a cualquier lugar, reducir el consumo energético de un barrio o llamar a un taxi en un día de tormenta.

En España el municipio de Jun, Granada, es modélico y vanguardista al haber incorporado las redes sociales y otras TIC a la gestión municipal en la que participan todos los ciudadanos. El potencial de estas iniciativas es inagotable y no extraña que muchas multinacionales hayan incluido la gestión del espacio urbano entre sus objetivos.

 

Los protagonistas de la ciudad inteligente son sus ciudadanos 

¿Cómo ir hacia ciudades más habitables e inteligentes? tomando la sociabilidad como punto de partida para impulsarlas y a sus ciudadanos para innovarlas. Un buen comienzo para transferir mayor capacidad de acción a los ciudadanos puede consistir en algo tan sencillo como que ciudadanos empleen los dispositivos electrónicos para utilizarlos como sensores urbanos en vez de depender exclusivamente de las infraestructuras externas. Por ejemplo, en lugar de construir en las carreteras una costosa red de sensores especializados, voluntarios anónimos pueden emplear sus móviles para reflejar el estado del tráfico en cada momento, como por ejemplo, la aplicación “waze”.

A medida que los ciudadanos puedan añadir más información a los sistemas públicos, surgirán nuevas iniciativas para prestar servicios en áreas que ellos experimentan como mejorables.

Pero ¿cómo mantener activo el compromiso ciudadano? La colaboración espontánea de los ciudadanos aporta la creatividad para resolver sus necesidades, pero hacen falta empresas y organismos públicos para ampliar el fenómeno y vertebrar los grandes sistemas que permitan la ejecución de las mejores innovaciones propuestas.

Como pretende el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes, corresponde a las autoridades no solo escuchar a los ciudadanos sino ofrecerles los medios para ayudarles a formarse su propia versión de ciudad inteligente. Al dotar a la población de los medios para planear sus quehaceres cotidianos de la mejor manera posible, toda la comunidad (el verdadero ámbito urbano) se convierte en una entidad inteligente.

 

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